Química moderna, etapa de la química dedicada al estudio de la
estructura y composición, propiedades y transformación de las
sustancias. Es a esto que se dedica la Química. Dicho así, puede parecer
una empresa limitada pero lejos de ello. Su ámbito de actuación lo
abarca todo pues todo el mundo conocido, sea líquido, sólido, gas o plasma,
está formado por elementos químicos o compuestos de los mismos.
Incluidos nosotros: el cuerpo humano es un agregado de átomos y
moléculas que interaccionan. Por Annia Domenech de Caos y Ciencia.
Antoine Lavoiser: el padre de la química moderna
Los numerosos e importantes experimentos y descubrimientos hechos en
relación con los gases durante casi cincuenta años tenían que ser
reunidos en una teoría global, cosa que ocurrió hacia finales del siglo
XVIII. El encargado fue el químico francés Antoine Laurent Lavoiser.
Lavoiser nació en París en 1743. En 1766 ganó una medalla de oro en un
concurso convocado por la Academia de Ciencias de su país sobre técnicas
de alumbrado público.
A fines de la década de 1760, Lavoiser ya había realizado una
serie de experimentos que partían de los hallazgos de Joseph Black, con
los que demostró que el agua no podía transformarse en tierra. Cuando en
1774 Priestley viaja a París y le comunica a Lavoisier su
descubrimiento del aire deflogistizado, al investigador francés le queda
claro que el aire no es un elemento inerte que recibe o entrega el
flogisto, sino que el supuesto aire deflogistizado constituye un
elemento. Repite los experimentos de Priestley con el óxido de mercurio y
en 1775 aísla el aire “puro”. Desarrolla la idea de que en toda
combustión lo que ocurre es una destrucción del aire “puro”, y el peso
del cuerpo que ardió se aumenta exactamente en la misma cantidad del
aire absorbido. Se opone así Lavoisier a la teoría del flogisto sobre la
combustión. En esa época, se aceptaba que cuando metales como el estaño
y plomo se calentaban en un recipiente cerrado que contenía aire, se
observaba el aumento del peso del “calcinado” y la constancia del peso
del sistema total, al tiempo que se crea un vacío parcial en el interior
del recipiente y sólo aproximadamente una quinta parte del volumen del
aire se consume. La interpretación que da Lavoisier a estos hechos es
bien distinta de la de colegas británicos como Priestley y Black. Los
metales no liberan flogisto al calcinarse sino que se combinan con un
elemento componente del aire que es el que se había identificado como
aire “puro”, y de ahí su incremento de peso. A partir de entonces nombra
este nuevo elemento gaseoso como oxígeno.
En 1789, casi coincidiendo con la Revolución Francesa, Lavoisier
publicó su Tratado elemental de química. Este libro fijaba los
fundamentos de la química como una disciplina genuinamente científica, y
los químicos suelen considerarlo como el equivalente en química de lo
que fueron los Principia Matemática de Newton. Lavoiser expone en este
libro el método cuantitativo para interpretar las reacciones químicas y
propone el primer sistema de nomenclatura para los compuestos químicos,
del que aún perduran por ejemplo, la clasificación de los compuestos
binarios del oxígeno. Además, proporcionaba detalladas descripciones de
las técnicas utilizadas, incluido el equipamiento y el tipo de
experimentos realizados.
Por otro lado, estableció la definición más clara de lo que era
un elemento químico, poniendo por fin en práctica la idea que había
tenido Robert Boyle durante la década de 1660, relegando definitivamente
a los cuatro elementos de los griegos. Se entiende por elemento toda
aquella sustancia que no puede descomponerse en otras más sencillas.
Además, presentó la primera tabla de los elementos que, aunque muy
incompleta, se puede considerar como la base a partir de la cual surgió
la tabla periódica moderna.
El listado de las 33 sustancias simples presentando por Lavoisier
tiene el siguiente encabezamiento: “Sobre la tabla de las sustancias
simples o, al menos, de aquellas que el estado actual de nuestros
conocimientos nos obliga a considerar como tales”, e incluye, entre
otras, la luz y el calórico. Los nombres dados a las sustancias hasta
entonces pretendían identificar cada sustancia según alguna de sus
propiedades. Así, por ejemplo, las denominaciones asignadas se referían
al color, al sabor, a una propiedad medicinal o al nombre del
descubridor. Los compuestos se clasificaban por familias según los
elementos que los constituían, adoptándose el acuerdo de nombrar en
primer lugar la familia a la que pertenecían y en segundo lugar su rasgo
específico (óxido de hierro). La proporción entre dos elementos que
formaban más de un compuesto se indicaría cambiando la terminación del
nombre específico. Las sales tomarían el nombre genérico del ácido y el
específico de la base. La química adquiría así un lenguaje analítico,
metódico y preciso, que permitía nombrar a cualquier nueva sustancia que
se descubriese. Además, facilitó enormemente la tarea de los químicos a
la hora de comunicarse los descubrimientos los unos a los otros.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario